Vacunas por votos: el clientelismo de la pandemia
A la falta de dosis se le agregan las dificultades operativas para aplicarlas; el escandaloso caso de Misiones: 25% de las vacunas disponibles sin suministrar; allí el 6 de junio habrá elecciones: la campaña oficial es la vacuna

La pandemia, que ya lleva tanto tiempo, tiene a la clase política, sobre todo a la que gobierna, sometida a una presión permanente que genera, consciente o no, un monto de miedo que a su vez produce mucha torpeza. El miedo no nos vuelve más estratégicos, más racionales, normalmente nos repliega a conductas muy primitivas y, muchas veces, torpes.
Uno preferiría imaginar que muchas de las incoherencias, irregularidades y torpezas que se ven en la escena oficial relacionada con la política sanitaria se deben a ese miedo y no necesariamente a la calidad estándar del Gobierno.
Vamos a hablar de algunos temas que tienen que ver con la pésima campaña de vacunación que se realiza en la Argentina y que lidera Alberto Fernández, que forma parte de un enfoque general sobre la pandemia, que no hace más que incurrir en distintos desaciertos no solo referidos al presente y al futuro, sino también a la evaluación del pasado.
Este fin de semana, el Presidente concedió una entrevista muy interesante y llena de curiosidades, de frases llamativas, algunas insólitas, a la cadena CNN en español en el programa Conecta2, que conducen María O’Donnell y Ernesto Tenembaum. Allí, él se ufana de haber sido premonitorio, de haber visto todo por anticipado y explica que él siempre está “mirando a Europa” y ahí encuentra una especie de espejo predictivo. “Gracias a que miro Europa puedo anticipar lo que viene y conducirlo correctamente”.
Veamos un gráfico del comportamiento del virus en Europa. Esto es de un sitio llamado Our World in Data y toma, en este caso, el Covid en la Unión Europea, que es donde mira todo el tiempo Alberto Fernández. El pico de contagios es del 17 de noviembre de 2020, pero esa noche -después de idas y venidas y muchísimas irregularidades- se termina de aprobar el presupuesto nacional en la Argentina sin prever partidas con programas especiales para una segunda ola, porque esa segunda ola no iba a venir al país. Y no iba a venir por la campaña de vacunación.
La adquisición de vacunas se firmó en un convenio entre el laboratorio AstraZeneca y el Ministerio de Salud, en aquel momento al mando de Ginés González García, once días antes de la aprobación del Presupuesto, sin visión de que fuéramos a necesitar programas como el IFE, el ATP, etc. porque no iba a haber una segunda ola.
En aquel momento, el convenio fue por la compra de 22 millones de dosis al laboratorio AstraZeneca con el que estaba muy entusiasmado Fernández y González García, porque la parte de producción industrial de la vacuna -no la investigación- se iba a realizar en el país por parte del laboratorio de su amigo Hugo Sigman.
De las 22 millones de vacunas se pagó por adelantado el 60%. No llegaron en enero, ni en febrero, ni en marzo. Pero el convenio fue procrastinando la entrega de vacunas.
Todo se demora: la negociación con los bonistas privados, la negociación con el Fondo Monetario Internacional, también la entrega de vacunas. El convenio preveía que en abril iban a llegar a la Argentina desde un laboratorio que las envasaba en México, 2.800.000 dosis y, en mayo, 4 millones. Es decir, que nosotros hoy íbamos a contar, tarde pero inseguro, con 6.800.000 vacunas de AstraZeneca.
De esas 2.800.000 vacunas que forman parte de las que se pagaron por adelantado en un 60%, hoy llegaron las primeras 800 mil. Y el Gobierno festeja y comunica que hoy llegó desde Miami un avión con las vacunas que forman parte de esas 22 millones prometidas por AstraZeneca, Sigman, los mexicanos, y por cuya ausencia nadie dio todavía una explicación. Tendrían que llegar 4 millones más en junio. Vamos a ver.
Este es uno de los problemas. Está la enorme incógnita de qué pasó con Pfizer. Patricia Bullrich dice que Pfizer fue obligada a tener que acordar con Sigman para producir las vacunas acá, para poder venderlas. Había entre 12 y 14 millones de vacunas previstas para la Argentina por parte de ese laboratorio. Ahora Pfizer dice que eso no es verdad.
Hay un segundo problema que habla de la baja calidad de las campañas vacunatorias y es que, aún donde hay vacunas, muchas veces no se aplican porque hay un déficit en la organización de la vacunación. Voy a tomar cuatro ejemplos para demostrar lo que estoy señalando respecto del déficit de organización, a través de un monitor nacional de vacunación en tiempo real, donde se puede ver la distribución de vacunas por distrito. Son datos oficiales del Ministerio de Salud.
En primer lugar, la provincia de Córdoba tiene hoy 57.911 vacunas sin aplicar de 97.2004 que le asignaron. Es decir: hay un 6% que no se aplicó, que está en stock.
La provincia de Buenos Aires, en cambio, tiene 523.802 vacunas sin aplicar, que es lo que resulta de restar de las distribuidas, 4.808.220, las aplicadas, 4.284.418. El 10% de las vacunas que tiene asignada la provincia de Buenos Aires no se aplicó.
Por su parte, la Ciudad de Buenos Aires tiene un comportamiento mucho más eficiente con 42 mil dosis sin aplicar, de 1.820.623 dosis que recibió, es decir, el 3% no se aplicó.
En este último caso nos vamos a concentrar, porque acá ya no solamente vemos un déficit de organización sino un caso espeluznante de politización. Estoy hablando de Misiones, una de las provincias que menos aplica las vacunas que tiene asignadas. Se le dieron 338.150 vacunas, de las cuales aplicó 251.271. Quiere decir que Misiones tiene sin aplicar 86.879 dosis de las 338.150 que se le asignaron. Misiones no aplicó 25% de las vacunas que tiene. Las tiene guardadas.
Primera curiosidad: el gobernador de esta provincia, Oscar Herrera Ahuad, es médico y fue secretario y ministro de Salud de Misiones en gestiones anteriores. Podemos decir que es todo un especialista. Asimismo, otro dato interesante es que, desde hace una semana, Misiones se ha lanzado a una campaña importantísima de vacunación, tanto que se le han asignado más vacunas, alrededor de 13.800 dosis de la Sputnik V.
¿Por qué, si guarda en stock las vacunas, le siguen asignando? Porque el 6 de junio hay elecciones en Misiones, de concejales, de diputados provinciales y allí el gobernador se juega su gobernabilidad. Lo que vemos en la prensa misionera es una campaña de vacunación extraordinariamente intensa, por la cual la vacuna se entrega como un beneficio electoral. Nos preguntamos si no las guardarían para aplicarlas en la campaña electoral.
Esta politización tiene muchas facetas. Uno se preguntaría: en la Ciudad de Buenos Aires hay un dispositivo de vacunación que permite vacunar más o menos 30.000 personas por día. Obviamente, como el gobierno de la ciudad no recibe esa cantidad de vacunas por día, el aparato está subutilizado.
Por lo tanto, ¿no sería lógico que desde la provincia de Misiones, donde no pueden aplicar el 10% de las dosis que reciben, puedan mandar a las personas a que se vacunen en Buenos Aires, donde están con capacidad ociosa? Sería lo lógico. Pero, claro, hay que cuidarse. No vaya a ser que la gente diga “la vacuna me la dio Larreta” y termine votando por la oposición.
Carlos Pagni