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Denuncia la inacción del Gobierno ante la inundación por el desborde del Bañado

Basualdo estalló: "Gildo Insfrán y Pomelo Ferreira son los responsables de no abrir las compuertas"

En medio del avance implacable del Bañado La Estrella, que ya tiene bajo agua al cementerio y amenaza con arrasar completamente la comunidad de Campo del Cielo, el intendente de Las Lomitas, Atilio Basualdo, denunció públicamente la inacción del gobierno provincial y una situación "inhumana".

Atilio Basualdo acusó a Insfrán por no abrir las compuertas en la zona del Bañado La Estrella, lo que está generando que el agua avance sobre el territorio de Campo del Cielo

En una entrevista exclusiva con Radio Uno, Basualdo no se guardó nada:"Nos están dejando morir bajo el agua. El cementerio ya está inundado, la gente tiene miedo y lo único que aparece es un policía diciendo que no se puede abrir una compuerta. Es una crueldad", dijo con la voz quebrada por la indignación.

El reclamo vecinal –encabezado por criollos y originarios– escaló en las últimas horas con el corte total de la Ruta 28, a la altura del kilómetro 30. Piden una medida concreta: la apertura de las compuertas que podrían aliviar el desastre. Sin embargo, las compuertas están oxidadas, trabadas y sin mantenimiento desde hace años.

Desde el gobierno de Formosa aseguran que abrirlas no tendría impacto real, pero los vecinos insisten: cada vez que se abrieron, el agua bajó.
"Gildo Insfrán y Pomelo Ferreira, son ellos los responsables de no abrir las compuertas. Y si esto se termina de inundar, también serán los responsables", lanzó el intendente.

Basualdo también denunció el abandono estructural de la región: canales colapsados, rutas intransitables y promesas de obras hidráulicas que nunca llegaron.
"Todo lo que no hicieron durante años ahora nos está explotando en la cara. La naturaleza no perdona la desidia del poder político", remató.

Por ahora, la única "respuesta" estatal que llegó a Campo del Cielo fueron bolsones de mercadería y patrulleros. La comunidad sigue aislada, resistiendo como puede, y pidiendo que alguien –por fin– los escuche.