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COMENTARIO POLITICO SEMANAL

Te rompen las piernas y después te dan la muleta

La falta de respeto por las normas por la anomia "perfecta" en que se configura en el modelo formoseño da lugar a regulaciones implícitas en el inconsciente colectivo que  representan formas sociales injustas y discrecionales que siempre benefician a los mismos, perjudicando a la mayoría.

Los recursos públicos son financiados con el pago de impuestos por parte de los privados pero son utilizados por el gobierno en todo tipo de campañas militantes de manera discrecional

A lo largo de más de 40 años de los mismos personajes desde la vuelta a la democracia en la provincia de Formosa, con la particularidad de 30 años del mismo gobernante, las leyes que rigen un estado de derecho virtual solo las cumplen aquellos que no pertenecen al círculo de impunidad del poder.

Es desde este punto que el enfoque "real" es el de una crisis del derecho ante una administración totalitaria que decide, a través de sus poderes, a quiénes les toca el imperio de la ley y quiénes pueden violar con impunidad las regulaciones.

Sin entrar en un análisis sobre la anatomía de lo que puede interpretarse simplemente como "inseguridad jurídica", lo increíble de las situaciones injustas no solo se manifiestan en la sensación de indefensión de los ciudadanos, en el imperio de Insfrán hay además denegación de justicia pero las reacciones ante la ilegalidad no "existen"; es decir, los formoseños viven bajo un constante acostumbramiento a la anomia.

Esta resignación a coexistir con esta situación irregular crea dos ámbitos de convivencia con el poder: el sometimiento al régimen en mayor o menor medida, con mayor o menor financiamiento o acceso al estado, o el absoluto aislamiento y formar parte de una minoría discriminada con distintos grados de represalias en todos los ámbitos sociales dominados por la injerencia de lo público y privado.

El estado soy yo

Insfrán ha ido mucho más allá en más de un cuarto de siglo de perfeccionamiento de una industria cultural que no solo aísla al que problematiza al poder concentrado y sus abusos sino que también lleva implícito el hecho de que quien lo hace no debe atreverse a utilizar los servicios del estado.

Si algún formoseño critica el sistema público de salud, no debe atenderse en el mismo por más que lo necesite; lo mismo ocurre en cualquiera de las interminables extensiones de un estado desproporcionado que todo lo abarca.

¿Puede un empleado público quejarse de sus magros salarios? La pregunta se responde por sí sola ante el atronador silencio y la afirmación desproporcionada pero cierta de muchos de los punteros rentados del modelo: "No se muerde la mano del que te da de comer".

Tampoco se critica a los empresarios "prestanombres" o a los funcionarios que se han vuelto millonarios de la noche a la mañana ni se "toca" la estructura social de una casta que constituye el estereotipo de clase política a imitar, pero no sin antes respetar de manera ciega, aún en la ausencia de valores.

Este camino de la construcción social tiene dos sentidos: si aquellos que se sienten abrumados por una situación injusta se resignan a la reiteración de estas violaciones de la ley, solo reaccionan con el popular "Así nomás es", del otro lado, el abuso cada vez es mayor.

Viviendas del IPV para militantes

Los ejemplos abundan si se trata de disponer de recursos públicos a discreción, pero en las últimas semanas y a escondidas, una militante agradecía a la Agrupación Compromiso Formoseño, a la concejal de la ciudad María "Petu" del Carmen Argañaráz, al ingeniero Marcelo Ugelli (su esposo) titular del IPV (Instituto Provincial de la Vivienda) y a otro funcionario "paraestatal" sin trabajo conocido, José Ayala, por la entrega de una vivienda en el Barrio Nueva Formosa. También en las redes, hacía lo propio con las trabajadoras sociales del IPV, Mabel Centurión y Andrea Navarrete.

La situación expuesta en las redes sociales dejó sorprendidos a miles de inscriptos en el IPV, cientos de sorteados y adjudicados que no han recibido nada a más de un año del sorteo, y sumerge al organismo en un mar de sospechas respecto de la discrecionalidad del matrimonio Ugelli-Argañaráz para entregar viviendas a sus militantes.

La feliz adjudicada de nombre "Cynthia" probablemente necesitaba una vivienda del IPV, pero en ninguno de los requisitos se enumera como aptitud para apurar los trámites ser militante de "Compromiso Formoseño", la agrupación que tiene a la mayoría de los empleados del organismo.

Como este caso, seguramente habrá otros militantes del modelo que tendrán algún tipo de beneficios. Lo grave es que la construcción de viviendas se lleva adelante con fondos del FONAVI, que son ni más ni menos fondos nacionales para la vivienda.

Ugelli afirmó que "como ya expresó el gobernador (Insfrán) en varias ocasiones, el modelo formoseño no va a parar por la ocurrencia de ningún gobierno nacional de turno" y también dijo que "hoy estamos en condiciones de decir que podemos pensar en una próxima entrega, gracias al apoyo de ese gobierno justicialista". Evidentemente, han empezado con sus militantes bajo el más absoluto secreto, hasta que lo publican en las redes.

Blanca Denis hace campaña "gasolera"

La arquitecta Blanca Denis, funcionaria del Poder Ejecutivo, por su parte, recorre varios barrios con los militantes, apropiándose de la difusión para inscribirse en el Registro a los Subsidios a la Energía (RASE), que consiste en un régimen de segmentación de usuarios residenciales de los servicios de energía eléctrica y gas natural por red. Otros punteros también la imitaron.

La hipocresía de la cuestión es que el RASE está siendo llevado adelante por el gobierno nacional para evitar un mayor impacto de los aumentos de luz y gas en los usuarios de sectores más vulnerables o afectados.

La funcionaria sin función conocida, como otros tantos, no tuvo ni tiene los recursos del IPV a su disposición, pero su esposo, el titular del IAS y de la Subsecretaría de Defensa al Consumidor, Edgar Pérez, también tiene una campaña partidaria permanente con recursos del estado. Su nombre, "Soberanía Alimentaria", que lejos de generar soberanía, crea una clientela política cautiva de un negocio poco claro, nada menos que con la distribución de alimentos a precios, perjudicando a emprendedores privados con una competencia desleal del estado.

Lo real es la permanente y hasta eterna asistencia estatal ante una necesidad. El problema es cuando el propio estado es el que genera cada vez más necesidades para asistir de manera sistemática y perversa de manera infinita,  a los efectos de crear un ejército de pobres militantes de la asistencia estatal.

Ya lo dijo el peor presidente de los argentinos, Alberto Fernández, quien afirmó que "donde hay una necesidad, nace un derecho" y se podría agregar: un militante desahuciado tiene cada vez más necesidades que el estatismo exacerbado aprovecha y explota.

La frase, traducida a un país y una provincia quebrada por el populismo, es que el gobierno "sabe cómo romperte las piernas, darte unas muletas y decir: ¿Ves? Si no fuera por el gobierno, no podrías caminar".

Este aprovechamiento de recursos públicos se ha vuelto tan obscenamente "común" que en el reino de Insfrán hasta diferencia a los funcionarios punteros favorecidos por el eterno residente del quinto piso. Algunos digitan la entrega de viviendas, otros le explican a la gente cómo llenar un formulario para los subsidios a la energía. Todos lo hacen con recursos aportados por los privados a través de los impuestos.