Las Islas Malvinas y otro efecto de la guerra: los kelpers viven mucho mejor que antes de 1982
Para 1982, la región era un lugar prácticamente descuidado por el Reino unido. Pero luego, los británicos se vieron obligados a mejorar la vida de los isleños.

La guerra de Malvinas e islas del Atlántico sur de 1982 tiene muchas consecuencias negativas para la Argentina. No solo por las vidas que se perdieron en el desesperado esfuerzo de los dictadores por perpetuarse en el poder. El país, que reclamó siempre al Reino Unido por la ocupación indebida de las islas en 1833, retrocedió por la derrota militar en todos los terrenos: en la diplomacia y en la relación que se desarrollaba con las islas y sus ocupantes ilegítimos, los kelpers.
Un territorio descuidado por el Imperio
La vida en las islas Malvinas, para los ocupantes británicos no era la mejor para fines de 1981. Llamadas por el Reino Unido como Falkland Islands, esa zona del mundo les resultaba remota. Habían bajado el presupuesto para mantener a sus efectivos militares y cada vez era menor el contacto desde Londres.
Además, la Argentina había logrado acuerdos para tener viajes regulares de Aerolíneas Argentinas y actividades crecientes en materia económica y comercial.
Vale la pena aclarar que ninguno de esos avances significaba poner en peligro el reclamo sobre la soberanía de las Islas.
La resolución 1514 del 14 de diciembre de 1960 de la Asamblea General de las Naciones Unidas consagró que los problemas de colonialismo territorial debían tener una solución. Malvinas entraba en ese terreno, por lo que por su situación no debía recurrirse a la aplicación de la libre determinación. La población fue impuesta por los británicos por la fuerza en 1833, desalojando a quienes allí estaban, en un territorio argentino.
41 años de cambios, para bien de los isleños
En 1982, las Malvinas estaban al borde del quebranto. Su economía, a base del ganado caprino, no resultaba ya rentable y desde Londres, las partidas presupuestarias para su sostenimiento habían disminuido.
Pero la guerra dio vuelta todo. Lo primero que sucedió es que, de pronto, los kelpers vieron como se reconstruía su aeropuerto, inutilizado por los bombardeos durante el conflicto. Uno más grande y mejor equipado lo reemplazó. Desde allí fue más fácil viajar a Londres y recibir ayuda. Además, se intensificó la actividad del puerto, tanto comercial como turística.
Y para que no quedaran dudas de este "nuevo enfoque estratégico", se reforzó el aspecto militar de las islas, con más tropas y elementos militares más sofisticados.
Giro de 180 grados para la economía
En 1986, 4 años después de la guerra, los isleños tuvieron un beneficio extraordinario. Se les permitió desde Londres que pudieran negociar sus propios acuerdos sobre la pesca. Los reclamos argentinos sobre la riqueza de nuestro mar fueron obviamente ignorados.
También comenzaron a percibir regalías por la explotación petrolera en en océano Atlántico. En resumen: los ingresos por los derechos de pesca hicieron crecer los recursos en un 500% comparados con lo que sucedía antes de abril de 2002. La pesca y la exploración petrolera comenzaron a suplantar la importancia de la agricultura o el ganado caprino.
En 41 años, la cara de las Malvinas para los Kelpers es totalmente diferente. Por su poca población tienen uno de los ingresos per cápita más alto del mundo.
En los últimos 5 años, el desempleo es menor al 1% y la inflación no sobrepasa el 3% (pese a la pandemia). Por supuesto que estos cambios económicos también posibilitaron una transformación demográfica.
Más población y más "cosmopolita"
Antes de 1982, en las Malvinas vivían 1.800 personas, casi todas empleadas en la antigua Falkland Islands Co. o en la cría de ovejas.
En 2023, la población creció hasta 3.662 personas. La pesca, el petróleo y la creciente industria del turismo llevan población a las Malvinas y la diversifican.
En 1982, el 95% de sus habitantes eran británicos. Hoy hay más de 60 nacionalidades conviviendo. Muchos de los nuevos pobladores son latinoamericanos.Mejoras de infraestructura
No solo el aeropuerto de Puerto Argentino (vuelto a llamar Stanley por los kelpers) se hizo a nuevo. Se multiplicaron las rutas para viajar por el interior de las islas Soledad y Gran Malvina. Se consolidó un servicio regular de ferrys con muchas más frecuencias para cruzar hacia la Gran Malvina, la isla casi desocupada antes de la guerra.
La salud y la educación son gratis en las islas. Cuando los jóvenes deben seguir estudiando, Londres implementó un servicio de becas y manutención para que sigan su formación "overseas" (más allá de Malvinas, en el Reino Unido y otras excolonias británicas).
Todos estos cambios -para mejor en la propia opinión de los habitantes- tuvieron un correlato por demás esperado en 2013. Se realizó una consulta popular para saber si los kelpers querían continuar siendo ciudadanos británicos. El resultado fue abrumador: 99,8% votó afirmativamente.