¿Relanzamiento de la gestión? Los tres mensajes del Presidente
A casi un año del traspaso presidencial entre Mauricio Macri y Alberto Fernández, nuevos bríos parecen querer asomarse en el gabinete nacional. El gobierno del Frente de Todos está cerca de cumplir un año de gestión, lo que coincidirá con el final de un 2020 inédito y difícil.

El mundo, y con él la Argentina, tuvieron que enfrentar una amenaza sin precedentes, que obligó a adoptar medidas de aislamiento que implicaron, de hecho, una brutal parálisis en la actividad económica y productiva que, en el caso de nuestro país, profundizaron los ya acuciantes problemas económicos de raigambre estructural heredados. Sin embargo, este fin de año trajo consigo la noticia de que las vacunas podrían estar listas en el corto plazo y con ella el optimismo empezó a proliferar.
A raíz de ello y con una consecuente perspectiva más positiva en términos generales, el 2021 invita al gobierno a relanzar la gestión, darle frescura, pero, sobre todo, optimizarla de cara al logro de objetivos concretos que lo puedan reposicionar en términos de un “hacedor” y, no tanto, como “piloto de tormentas” o gestor de tiempos de crisis.
En este sentido, como toda gestión, poder identificar áreas conflictivas, carentes de iniciativa o subejecutadas, y poder actuar sobre ellas, es una característica deseable del liderazgo político presidencial.
Los tres mensajes de Alberto
Esta semana se conoció que el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat cambiaba su cabeza. Con una magra performance al frente de uno de los ministerios con mayor potencial de incidencia tanto en la economía productiva (construcción, empleo, demanda de materiales, etc.) como en la vida cotidiana de las personas (primer vivienda, acceso al crédito, etc. ), María Eugenia Bielsa recibió el pedido de renuncia por parte de Fernández. Tras ella asume un emblemático intendente del conurbano, Jorge Ferraresi, con el cual el presidente busca enviar tres mensajes a distintos sectores.
El primer mensaje es hacia los propios ministros del gabinete: si es necesario hacer cambios, se harán. La decisión es siempre del presidente, pero el criterio no remite a un capricho, sino a los objetivos de gestión. Si bien Bielsa no es una figura nueva en la política nacional, su conocimiento público no era relevante. La opinión pública no la tenía en su registro y, por ende, no existía un reclamo ni popular ni mediático en desmedro de ella.
En esta línea, la decisión de Alberto reviste aún mayor importancia en el plano simbólico. El mensaje que se busca dar es que no es un presidente que basa sus decisiones en otra variable que no sea el rendimiento de sus colaboradores y los objetivos que se plantearon al comenzar el gobierno.
El segundo mensaje es hacia sus colaboradores en un sentido amplio, y la necesidad que trabajen con iniciativa política. La finalidad de la delegación, de la conformación de ministerios y de la generación de estructuras de gobierno, es poder asistir al Presidente y enriquecer la información que necesita para poder tomar decisiones y aplicarlas.
Pero un ministro no es un simple técnico o experto en un tema, es sobre todo un político. No alcanza con lidiar con la dinámica burocrática y lo formal de la gestión, sino que también hay que buscar mayor dinamismo político, generar recursos para hacerle frente a la crisis y encontrar caminos y alternativas aun cuando no aparezcan dados. Así, cada ministro tiene que trabajar tanto en lo estratégico como en lo urgente.
El tercer mensaje de Alberto es hacia los intendentes. Es en ellos y en los gobernadores donde el presidente busca consolidar su base de gobernabilidad, para poder depender cada vez menos del kirchnerismo más caracterizado, anclado en la figura de Cristina en el Senado, Máximo en la Cámara de Diputados y algunos dirigentes locales.
Relanzamiento de la gestión
Pocos años han sido tan particulares como el 2020. La globalización mostró sus dos potentes caras. Por un lado, un desconocido virus salido de una pequeña ciudad asiática se esparció por el mundo como un reguero de pólvora en pocas semanas; por el otro, en escasos meses distintos países colaborando entre sí, y con la cooperación del sector privado han logrado arribar en tiempo récord a múltiples posibles vacunas que podrían frenar el avance de la pandemia.
Sin embargo, el gobierno de Fernández enfrenta, además de la emergencia sanitaria del Covid-19, otra crisis. Una herida dejada por su antecesor Mauricio Macri, y de la cual aún se padecen sus influjos, potenciados por el parate obligado que impuso la pandemia.
Si las vacunas llegan a fines de este año –como se rumorea y espera- o bien en los primeros meses del 2021, Argentina tendrá por delante el desafío de combatir el desempleo, la inflación y la desigualdad -entre otros problemas acuciantes- al mismo tiempo que cumplir con los ajustados compromisos con los acreedores externos. Para estar a la altura de semejante reto, se necesita no sólo gobernabilidad sino también apuntalar una gestión más eficiente y efectiva.
Por Gonzalo Arias