Conejero, arcaico y fuera de lugar
Es momento de plantearse seriamente la separación del Estado y el culto, y si no se puede, al menos que el culto –en este caso, la iglesia católica- se modernice y comprenda, que no puede seguir o pretender seguir con preceptos totalmente arcaicos. Hacer una bajada de línea contra el turismo, contra los jóvenes, contra la gente que eligió salir a divertirse, arrogándose un hombre que no es más que un hombre, como el obispo Conejero, facultades divinas que le dan la inteligencia de saber qué es lo que querría Dios, es demasiado para estos tiempos.

Este miércoles que pasó, durante su homilía en el miércoles de ceniza, un acto religioso ligado íntimamente a la iglesia católica, el obispo de Formosa, José Vicente Conejero, cuestionó la realización de la Fiesta del Río, Mate y Tereré así como la denominada Fiesta Bresh –que se realizó este último viernes en el Estadio de Sol de América- porque estamos transitando el tiempo de cuaresma.
Al respecto, hay que decir y explicarle al obispo que ha habido y todavía sigue una pandemia que golpeó tan fuerte al sector del turismo –familias viven de ello- y que castigó también al resto de la sociedad, y más en una Formosa que tuvo que vivir una cuarentena muy especial. De modo que castigar a ese sector, haciendo una bajada de línea totalmente innecesaria, arrogándose facultades divinas de poder interpretar qué es lo que quiere o querría Dios.
Es momento de plantearse seriamente la posibilidad de separar al Estado del culto, aunque ello implique una modificación a la Constitución Nacional ya que está inscripto ahí que la Nación Argentina es del culto católico. Y por eso se la da preponderancia y también, vale decir, parte del dinero que se recauda desde el Estado va a financiar a este culto.
"Hay que ubicarse, estamos en tiempo de oración, penitencia, sobriedad, austeridad, uno tiene que dedicar mayor tiempo al silencio, a la lectura de la palabra de Dios, a visitar a los enfermos y a salir a los barrios para acompañar y asistir", insistió Conejero como si todo el pueblo de Formosa fuera creyente primero, y practicase la misma fe que él pregona.
Este hombre, que podría poner en práctica aquello de respetar al prójimo, debería de dejar estas pequeñeces, que no son más que eso, pequeñeces ligadas a una creencia que tendría que circunscribirse a su ámbito. Pretender que todos hagan esa penitencia absurda -¡la gente estuvo más de 60 días encerrada Conejero!- por Dios, es demasiado para estos tiempos.
Y si tiene ganas de hacer revisionismo sobre el comportamiento humano, podría mirar hacia adentro, observar que en un colegio religioso de esta capital despiden a una docente por no estar casada, o sacar una condena contra los sacerdotes abusadores, no un comentario en radio o en el diario, superfluo, una homilía condenando estos actos atroces.
"Es tiempo de privarnos no solo de lo superfluo, sino de lo necesario para compartir con los demás, ese es el espíritu de cuaresma", insistió con un concepto totalmente arcaico.
El sector del turismo está levantándose como puede, la gente está acostumbrándose de a poco a salir y pensar la vida a cómo era antes de marzo de 2020, Formosa no la pasó nada bien obispo Conejero, como para tolerar que alguien venga a querer impartir una manera de comportarse en pleno siglo XXI.
Si usted y como usted unos cuántos más creen en la Pascua, en la Cuaresma y todo lo ligado al culto católico, bienvenido sea, pero no se inmiscuya con la gente que no cree, y que encuentra en estos festivales un escape a todo lo malo que viene ocurriendo.
Por Alejandro Gavilan, Redacción El Comercial