La pelea de la semana: el dólar blue contra el festival de bonos
Guzmán emitió bonos de todo tipo y vendió otros que organismos públicos tenían en su poder. Pero el operativo logró calmar muy poco el blue: la brecha sigue arriba del 100%.
Suena a excesivo sostener que “el problema de la economía bimonetaria es, sin dudas, el más grave que tiene el país”, si efectivamente Cristina Kirchner piensa eso que ha escrito en su ya famosa carta.

Guzmán emitió bonos de todo tipo y vendió otros que organismos públicos tenían en su poder. Pero el operativo logró calmar muy poco el blue: la brecha sigue arriba del 100%.
Suena a excesivo sostener que “el problema de la economía bimonetaria es, sin dudas, el más grave que tiene el país”, si efectivamente Cristina Kirchner piensa eso que ha escrito en su ya famosa carta. Y seguiría sonando a mucho aún si la Vicepresidenta hubiese hablado de un problema de la economía y no de uno del mismísimo país, pues el bimonetarismo o el modo como acá funciona y se proyecta la relación peso-dólar no es la causa, sino la consecuencia, el punto de llegada, de desajustes acumulados durante años en unas cuantas variables clave. Entre ellos, las súper inflaciones.
Más que de variables desajustadas se trata en realidad de estructuras desajustadas, muchas atrasadas, sobre las que operarían los actores del pacto tardío que recomienda Cristina y ha dejado medio pegado a Alberto Fernández.
Está claro que cualquiera sea el acuerdo, una condición necesaria será la seguridad de que se cumplirán los compromisos convenidos, empezando en toda la línea y necesariamente por el Gobierno y la cúpula del poder. “Nada debe ocurrir ni remotamente parecido a lo que pasa con la carta, en el sentido de si es a favor o en contra del Presidente o fue una muestra de apoyo como afirmó Alberto”, dice un analista político.
Pero por esas cosas de las desconexiones de intra o extramuros que suelen existir entre la vice y el gobierno que ella integra, con la salida de la carta-mensaje coincidieron varias decisiones del Ministerio de Economía que chocan de frente contra el declamado objetivo de desarmar el bimonetarismo.
En un mismo acto, el Tesoro Nacional tomó deuda en bonos atados al tipo de cambio oficial, dolarizados al fin, por el equivalente a US$ 1.660 millones, y por $ 75.380 millones en pesos indexados según la inflación del INDEC. Piezas de un combo con sello notoriamente bimonetario, formaron parte de una movida que en plata nacional y en un solo día sumó nada menos que $ 254.641 millones.
Subida al mismo tren va la venta de títulos en dólares que el Gobierno mantiene en su poder y que implica, de hecho, asumir deuda al 17% anual, o sea, unos 10 puntos porcentuales por encima del 7% que el macrismo pagaba y se le criticaba sin piedad.
Tenemos, también, otra colocación asociada al tipo de cambio oficial: los US$ 1.766 millones de comienzos de octubre. Y una próxima, casi a la carta, por US$ 750 millones para fondos de inversión que se quedaron afuera del acuerdo con los bonistas y quieren salir del área del peso.
Finalmente, oculta en cuentas muy poco ventiladas del Banco Central aparece la estrella del festival financiero. Se llama venta de dólares a futuro y según especialistas muy activos ya andaría por impresionantes US$ 5.500 millones. “En general son transacciones pactadas para mayo de 2021, con un dólar en torno de los 119 pesos”, dice uno de ellos.
Queda definitivamente claro que el festival de bonos es una movida cuantiosa y por varios motivos inflamable. Uno de ellos es el costo que sale operar en el mar de expectativas de devaluación que cerca al Gobierno y otro, pariente directo, la necesidad de evitar a todo trance ese mismo ajuste. Más lo que surge de instalar dos indexaciones fuertes a la vez, en una economía ya altamente complicada: la que va pegada al tipo de cambio y la que corre al compás del índice de precios.
Detrás de todo late el riesgo de perder plata del Estado y el telón de fondo de todo es un nuevo intento, después de varios fallidos, de contener el temblor cambiario. Colado en el medio aparece un debate que se libra puertas adentro del oficialismo, sobre si esto que hace Martín Guzmán es la única alternativa que quedaba o si se trata de un corrimiento directo, definitivo, hacia las posiciones ortodoxas.
“Por ahora, la movida ha sido exitosa”, dicen analistas financieros que miran menos los costos y más los gustos del mercado. Hablan del precio del dólar blue, que una semana bajó 22 pesos y de una brecha con el oficial que se redujo al 106% o al 97%, en el caso del contado con liquidación.
Dice otro analista, ahora en modo neutro: “Un diferencial en la zona del 100% no es un éxito sino todavía una verdadera enormidad. Y sobre todo después de haber puesto toda la carne en el asador”.
Según su medida de las cosas, una brecha digamos razonable sería menos del 30% y toda la carne en el asador, el paquete completo del Ministerio de Economía: festival de bonos; títulos públicos que venden el Banco Central y la ANSeS en algunos casos con tasas implícitas del 17%; apriete, a veces advertencias judiciales, a los grandes operadores del mercado cambiario, racionamiento de importaciones y, en fin, el súper cepo que no termina de desanimar a las 3,4 millones de personas que durante septiembre compraron US$ 640 millones.
El problema es que al menos en un par de puntos semejante despliegue resulta insuficiente para calmar la fiebre dolarizadora de una manera que pueda considerarse real. Y no son precisamente un par de puntos cualquiera.
La semana pasada, el BCRA perdió alrededor de US$ 740 millones; 1.600 millones en el mes y unos 5.000 millones desde principios del año.
Por Alcadio Oña