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Todo por un voto

Las viejas prácticas que buscan nuevos resultados: los políticos hacen zumba, toman matecocido y se abrazan a los potenciales electores

Lo hacen todos: oficialistas y opositores, es la época en que más se los verá a esta especie rara de personajes que surgen cada 2 o 4 años, según cómo cuadre. Su intención: que los voten. Pululan por los medios, recorren los barrios –siempre armados de un gran equipo detrás que les hacen fotos y vídeos- con el único fin de convencer a los potenciales electores que los elijan en la próxima contienda.

La candidata a concejal del jofreísmo, Paula Cattáneo, participó de actividades por el cierre del mes de la lucha contra el cáncer de mama y se animó a hacer zumba en el playón municipal.

El Comercial da cuenta de algo que sucede cada 2 o 4 años cuando los dirigentes políticos salen a buscar el voto que los revalide en sus puestos. Y así, de repente dejan las oficinas cómodas –algunos- y comienzan a “recorrer” las calles. Con sonrisas dibujadas, abrazando a gente a mansalva y haciendo poses fotográficas porque la idea es mostrar lo más “humano” y cercano posible al candidato.

Lo raro es que la gente siga creyendo en ese viejo truco. Que no demande más. Los siguen recibiendo en sus casas, aceptan que los fotógrafos o camarógrafos hagan la imagen armada ideal: el candidato con cara de interés tomando un mate o matecocido, escuchando a una persona que desde su corazón le plantea una inquietud importante y que para el político no es más que un punto más en su agenda.

La intención de esta pequeña reflexión no es decirle a la gente que no vaya a votar, sino que aplique el razonamiento crítico y les exija a estos personajes cuando aparecen por sus casas, que no les permitan más sacar la foto para el afiche, no si no hacen nada para merecerla.

Vieja escuela. El otro recurso "humanizante" de la clase política: el "abrazo fraterno". Siempre hay un fotógrafo mostrando el mejor ángulo del momento emotivo en que un político desinteresadamente muestra afecto hacia un potencial elector.

Porque ahora es fácil verlos haciendo clases de zumba, compartiendo tardes con amigos en las plazas públicas, prometiendo el cielo a cada ciudadano; ofreciendo pelotas o elementos deportivos para los clubles, promocionando sorteos de todo tipo… los trucos de siempre, buscando nuevos resultados. Y los resultados seguirán llegando, mientras haya un nicho que sigue siendo tentador.

Y no, la gente no necesita que el candidato tome mate con ellos, no necesita que le regale pelotas o remeras; necesita que los políticos que están legislen para que el país, la provincia, el municipio, tengan la posibilidad de que sus ciudadanos puedan tener el acceso a esos bienes por su cuenta. Pero si hay oferta es porque hay demanda.

Se llama marketing político. Vender una imagen antes que una idea en sí. Vender a un candidato antes que las propuestas, que es lo que deberían de conocerse. Y ese marketing político seguirá vigente hasta tanto el electorado no madure, y no aprenda a demandar al político, no aprenda a perderle el miedo.

Una escena típica en todos: oficialistas y opositores reciben el "dato" de una "buena historia" para sacarse una foto y subirla a sus redes sociales, así muestran ese "acercamiento humano" con las personas, sus potenciales electores.

Cuando eso ocurra, no solo el oficialismo sino la oposición toda, aprenderá que vender espejitos de colores ya no les resultará. Y en estas PASO algo de eso se avizoró, y más de uno se pegó un susto.

Las visitas a los lugares de trabajo. Otro recurso es cuando el político "baja" al terreno. Recorre fábricas, previo estudio del ambiente del lugar, no sea cosa que haya algún escrache o su visita no sea bienvenida.

Ojalá en noviembre el electorado aprenda definitivamente, así tendremos por fin el gobierno que nos merecemos.